lunes, 19 de diciembre de 2011

Y tú me hicistes creer que se podía volver a creer.

Querido amigo, si todavía te puedo llamar así. Que todo empezó con absurdos tonteos, que no significaban absolutamente nada. Pero por desgracia, porque tenía que pasar o porque el destino así lo ha querido me acabé enganchando a ti. A tus besos por el cuello, a tus mordiscos en la oreja, a taparnos con la chaqueta para que nadie nos viera, a tu colonia playboy que me atonta los 5 sentidos. Enganchándome a esas tardes de viernes sentada sobre ti, a que me de igual llegar tarde a casa con tal de estar un rato más contigo. Y ha ido aumentando, más y más, poco a poco, y sin darme cuenta. Que la necesidad de tenerte siempre que lloro es más grande, que necesito que me pegues un tortazo cuando me veas llorar, y después poner esa cara que pones para que vaya detrás de ti a abrazarte y a darte besitos, porque sabes qué? Que no soporto que me des la espalda, que te vayas para picarme y hacerme ir detrás de ti, que porque tengas un mal día me contestes borde, que sólo vengas donde mí cuando tengas un problema con ella, o simplemente me veas y no me saludes, que me ignores, que pases de mí de un día para otro. Eso lo odio, me mata, me mata por dentro, que no lo puedo soportar, que necesito que me abraces como siempre joder, que odio que no te enteres de esto, o que haces que no te enteras, odio que me hagas sentir que esto ha terminado, que ya no te vas a preocupar por mí, que si me ves por la calle vas a hacer como si nada, que sólo te vas a preocupar por ella, otra vez. Pero ya ves, que esta adicción hace que me de igual todo el daño que me estás haciendo, que creeme aunque no te des cuenta, es muy grande, y sabes que si me dices ven voy a ir volando donde estés, porque eres mi chute de adrenalina, y que si me necesitas, ya sabes que solo tienes que gritar, que yo voy a ser tu heroína cada vez que te hundas otra vez, cada vez que pienses en ella otra vez, cada vez que tengas ganas de reventar todo, voy a ser yo la que esté ahí. Porque no se si te acordarás, pero un día te prometí que nunca te dejaría solo, que siempre me ibas a tener. Y sabes mejor que nadie que siempre cumplo mis promesas. Así que ya sabes, que voy a estar ahí a todas horas del día, ya sabes que me da igual si son las 5 de la tarde o las 4 de la mañana. Aquí estoy yo.
Y recuerda, que siempre se puede volver a querer. Siempre.

No hay comentarios: